Primer intento fallido de ver auroras boreales la noche anterior en este viaje a Islandia. Dormimos en el hostel y las previsiones de auroras son bajas, tanto de índice KP como de nubosidad. Todo cubierto y índice KP en 2. Con lo cual esa noche anterior decidimos dormir para hacer amanecer en Jökulsárlón.
Los rayos de sol pasando a través de los cristales de hielo varados en la playa. La marea moviendo los pequeños icebergs hacia adentro y hacia afuera. El pedazo de amanecer que nos damos cuenta de que nos estamos perdiendo por salir algo tarde y por adelantarse a la hora esperada.
Con todo esto, nos despertamos a las 4:30 de la mañana para prepararnos, coger todo lo que necesitamos y salir del hostel hacia Jökulsárlón, más concretamente hacia «Diamond Beach«.
Nos encontramos a unos 18 minutos aproximadamente, con lo cual creímos que nos daría tiempo al levantarnos a esa hora y salir del hostel sobre las 05:00, para poder estar allí preparados sobre las 5:30. Nada más lejos de la realidad. Justo cuando cogemos el coche y llevamos 5 minutos conduciendo nos damos cuenta que… ¡El amanecer estaba empezando! Y vaya amanecer nos brindó cuando íbamos con el coche y justo al llegar. Una pena que durase 5 minutos contados.



Amanecer Jökulsárlón
Una vez aparcamos y cogí el material para hacer toda la fotografía que pudiese, mis amigos se pusieron hacer fotos por todos lados. Una maravilla presenciar el amanecer aquí. Qué pena no poder haber estado unos 20 minutos antes y poder haber visto los rayos a través de algunos cristales de hielo.
Aun así, algo pudimos presenciar.






Luces preciosas incluso al otro lado de donde el sol salía
Mientras ellos se deleitaban con las formas de los cristales y de los contrastes que da el amanecer con las montañas nevadas y al lado del mar, yo me puse camino a hacer toda la fotografía que pude. Tuve menos de 10 minutos de buena luz, todo corriendo y casi sin poder pararme a pensar en componer la foto que quería. No tuve prácticamente tiempo, sino para poder observar esa maravilla de la naturaleza y simplemente disfrutarla.
No pude inmortalizarla en foto como me hubiese gustado, pero me conformo ya con haber estado ahí en un momento tan especial.
Soplaba un viento increíble. Y es que Islandia es conocida por ser un país en donde casi todos los días sopla el viento. Nosotros íbamos avisados, pero nunca creí que prácticamente casi todos los días íbamos a tener vientos bastante fuertes. Algunos días, incluso tuvimos tormentas de… ¡¡¡140 km/h!!!









Aquí Rubén posando con un pájaro de hielo 😀
Solamente al llegar ya notas que es un sitio especial. No solamente por ser algo que no has visto nunca (o que la gran mayoría de nosotros no ha visto nunca), sino por las formas que dibujan estos gigantes de hielo. Si tienes imaginación, por cada trozo de hielo que ves, puedes pensar qué figura dibuja. Más adelante veréis que nos encontramos un tiburón… ¡¡Pero de hielo!! ¿Qué os pensabais? 😉
Aquí podéis ver algunas fotos que pude sacar. Casi sin tiempo de nada, vagando de un lugar a otro después de tomar casi una sola foto de algunos lugares.
Una vez terminado aquí, nos volvimos a la playa de Jökulsárlón para darle una última pasada antes de acercarnos a Stokksnes, uno de los fiordos del este de Islandia.
Al llegar, nos dimos cuenta de que el paisaje era completamente diferente, por varias razones:
1. El sol había salido y podíamos ver cómo iluminaba los témpanos de hielo.
2. ¡¡Ya no había nieve!! Ni siquiera sobre los icebergs.
3. Había bastante gente
Es increíble cómo puede cambiar el paisaje en cuestión de 24h. La tarde-noche anterior todos estaba cubierto de nieve, aquí podéis comprobarlo.



Fijaos la cantidad de nieve que hay por todos lados.



¡¡16h después la nieve ha desaparecido!!
Y sí, es exactamente el mismo sitio. Nos pareció increíble cómo cambió de un día para otro. Incluso todos los trozos hielo estaban cubiertos de nieve, como podréis ver en la imagen siguiente.



Témpanos de hielo cubiertos de nieve



¡Menos de 24h después la nieve se ha deshecho!












La magia de este lugar te atrapa. Hace que no quieras irte nunca de allí. Además, tuvimos la suerte de poder ver el espectáculo con todo cubierto de nieve y sin nada de nieve. El contraste es asombroso, al igual que la diferencia de poder verlo de las dos maneras. ¡Es tan diferente!
Después de pasar unas dos horas en el lugar, volvimos al coche para volar el dron un poco sobre los hielos. Los vídeos aún no los he podido unir y os los enseñaré más adelante. Pero sí os enseñaré unas fotos que pude tomar.









Pero justo antes de Stokksnes, finalmente decidimos acercarnos a otro lago glaciar muy cercano a Jökulsárlón, Fjallsárlón.
Tardamos unos 10 minutos en llegar, pudiendo dejar el coche en el parking que hay. No había nadie. Aunque eran las 7 de la mañana… no sé qué nos esperábamos.
Como siempre, todo estaba cubierto de nieve.
Nos encontramos un pequeño camino con huellas que subía hacia una pequeña colina. Seguimos el camino y desde ahí ya podíamos ver los glaciares que se postraban delante de nosotros. Una vista realmente increíble. Además, miraras hacia donde miraras, TODO estaba nevado.






Así nos recibía la carreta hacia Fjallsárlón
Subida hacia el lago glaciar. Abajo se puede apreciar nuestro coche.



Desde arriba ya puedes apreciar la lengua glaciar (centro de la imagen)



Hablamos sobre si bajar hacia los pies del lago o verlos desde arriba. Al final, decidimos bajar para poder ver todo de cerca.



No puede faltar el selfie. A 5 minutos de los pies del lago glaciar.



A los pies del lago






Cuando llegas a estos lugares, subes un poco hacia arriba, ves que tus compañeros se han quedado abajo y… los ves tan pequeños y piensas… Realmente no somos nadie. Somos como una gota de agua en el océano, quizá una gota entre todo el agua que hay en el planeta. La sensación de estar en un lugar tan mágico no se puede escribir en un blog. O incluso contarla a tus amigos. Ni siquiera con miles de fotografías. La sensación de respirar aire puro, de estar en medio de la nada, a más de 60º norte, cerca del Polo Norte.
Aurora polar | Qué es, dónde verlas y cómo predecirla (Índice KP y óvalo) (deviajeconmigo.com)
Esa sensación de estar viendo algo grandioso. Estar pisando una isla creada por series de erupciones volcánicas submarinas. Estar pisando en plena falla, separación de las placas tectónicas de Norteamérica y Euroasia.
Es curioso sentir que no eres nada, pero a la vez sentirse tan vivo. Sentirse feliz de poder ver con tus propios ojos tal majestuosidad generada por la naturaleza.
Como decía, sensaciones que solamente uno puede sentir y vivir cuando pisa tierra islandesa.






Panorámica del lugar desde lo alto del camino



Cara más cercana a la lengua glaciar. Es simplemente espectacular presenciarla en vivo.
¡Nos toca hacer camino hacia Stokksnes! Este es un fiordo no muy conocido situado en el este de Islandia. No por ser menos conocido quiere decir que sea menos bonito.
De Jökulsárlón hacia este fiordo teníamos cerca de 1 h de viaje, con lo cual iba a ser bastante ameno el trayecto. Así que no los tomamos con calma, haciendo alguna foto por el camino. Sobre todo Rubén, que era mi reportero oficial. Tanto con el móvil como a veces con su cámara hizo muchísimas fotos del viaje. Y en parte, gracias a él y a María y Katia, que también tomaron bastantes fotos puedo tener un gran repertorio de la isla, que son las que aquí os muestro!!
O sea que, si leéis esto, ¡¡Muchas gracias por las fotos!!
Como veis, durante el viaje no tenéis tiempo para aburriros, es increíble, miréis por donde mires. Increíbles meandros en medio de la nada. Ríos sinuosos a través de glaciares y puentes. Montañas como agujas con picos completamente nevados, y mucho más.



Camino hacia Stokksnes
Después de seguir un rato hacia Stokksnes me despisté conduciendo y nos pasamos la salida como unos 5 minutos. Esto nos hizo entrar como en un pequeño valle rodeado de montañas. Fue increíble cómo nos cambió el tiempo. Todo el viaje tuvimos un tiempo soleado, con pocas nubes. Fue adentrarnos en el valle y en cuestión de 1 minuto nos encontramos no solo con todo nublado, sino con la niebla engulléndonos.
Rubén aprovechó y paramos el coche para que pudiera hacer alguna foto.



Seguimos hacia Stokksnes y nos encontramos con algo que ya sabíamos. Había que pagar para acceder al lugar. Aunque no había valla ni nada, hay una pequeña cafetería en la cual puedes comer algo o tomar un café/refresco. Allí es donde tienes que pagar para acceder.
Aunque cierto es que no tienes por qué parar y pagar si sigues hacia abajo (no hay valla que te impida pasar), nosotros quisimos parar y hacerlo aunque no nos dijeran nada. En estos sitios, siempre es bueno que conserven los lugares lo mejor posible para poder seguir accediendo a ellos. Por ello, decidimos entrar y pagar.



Viking Cafe Iceland. Pequeña cafetería y zona donde pagar.
Una vez sigues el camino hacia abajo, en 5 minutos ya te encuentras las vistas de este fiordo. Eso si, lo dejas justo a tu espalda cuando conduces hacia adelante. Por lo cual, si queréis verlo en el coche, tendréis que mirar hacia atrás.
Aunque no os hará falta, en menos de 5 minutos os plantáis en el aparcamiento, justo al lado de las pequeñas «dunas» que se crean.



Nos encontramos solamente 4 fotógrafos en este lugar. Paz se respiraba… y arena.
Si, paz y arena. Otra vez teníamos un viento infernal. Tanto en el amanecer como ahora, tuvimos que enfrentarnos a vientos en torno a 60-90 km/h.
El problema del viento en este lugar os lo podéis imaginar si miráis al fondo. Playa, arena, y viento… ¡Muy mala combinación!
Pues si señores, el viento soplaba de mar hacia tierra, así que nos tragábamos toda la arena y más al estar en la zona que veis.
Sin embargo, cuando bajabas a la playa, el viento seguía soplando pero al no haber arena, se estaba mucho más cómodo.
Como podéis observar aquí, el sitio es espectacular. Las montañas salen de la nada, justo al lado del mar. Y todo con un toque de arena negra, la cual puedes sentir fría al tocarla, pero que da una sensación de placer inmenso.






Al bajar a la playa, te das cuenta de que aquí las corrientes y las mareas son completamente diferentes a lo que sucede en el Mediterráneo. Ya estaba acostumbrado a playas de norte de España, Canarias, o incluso zonas del noroeste de Francia, en el cual las mareas son realmente grandes.
Pero aquí es diferente. No es solamente la marea, es la corriente de las olas y la capacidad de succionar que tienen. Es la brutal resaca que tienen estas playas. Aquí nunca sabes por dónde te van a venir las olas. Cuando crees, ingenuo, que las olas las ves venir, te das cuenta de que las olas que estaban justo a tu lado siguen su camino y te alcanzan por detrás!! Pero un poco, no. Te alcanzan a veces hasta la altura de las rodillas.
Yo pude comprobar 3 días seguidos lo tonto e inconsciente que era. 3 días que tuve de playa, 3 días que me empapé vivo. Aunque llevaba Gore-Tex e impermeabilidad en los pantalones, el agua entró. También está claro que yo la dejé entrar por jugármela tanto, pero a veces la foto me tentaba demasiado como para retirarme. Y me acabé calando hasta los huesos 3 días seguidos.



Reflejos en el agua
Después de esperar aproximadamente unas dos horas para el atardecer que nunca apareció, pusimos rumbo a nuestro hostel, pensando en la pena que nos daba estar en este lugar, con todo el día soleado y tener que irnos con todo nublado, sin posibilidad de ver auroras esta noche tampoco y además sin atardecer. Pero Islandia es así de puñetera. Te da la posibilidad de ver su grandeza, pero muchas veces no te da la posibilidad de poder inmortalizarla como a ti te gustaría.
Aún así, pude traerme esta foto que es la que más me gustó de todo el día. Sin atardecer y sin bonitas luces, pero el lugar es tan increíble, que no necesitas nada más que estar aquí…